Bueno, parece que estamos en la recta final de las vacaciones. Sólo me queda una semana.
Y diréis vosotros que menudo morro estos maestricos que tienen dos meses de vacaciones y se quejan.
Pues no me quejo. Al contrario. Me considero afortunado por elegir en su momento un trabajo eminentemente vocacional, en el que se soporta bastante stress, se asume una gran responsabilidad para con los menores a tu cargo, en el que hay que lidiar con gente maleducada disfrazados de padres que se cree cargada de razones y derechos sin apenas obligaciones y que además está mal pagado (y que cuando las cosas van bien no sube el sueldo pero sí que baja cuando van mal por la incapacidad de los políticos en administrar el dinero de todos).
Estudié la carrera, me presenté a oposiciones y tuve que estar compaginando trabajo y estudios hasta que saqué mi plaza. Y sí, tengo un buen horario y unas buenas vacaciones.
Y ya llevo tres días preparando cosicas nuevas para este año para los críos y seguiré esta semana preparando novedades para mis clases.
Y sí, tengo ganas de volver al trabajo. Porque me gusta.
Me gusta dar clases, reírme con los críos, hablar con mis compañeros…
Me gusta ser Maestro.
Y me jode los que se quejan de Síndrome Postvacacional otro año más. Vergüenza les debería de dar con las cifras de paro que hay en este país de capote torero y pandereta.
Imágen e-faro.info.